Historica

viernes, octubre 21, 2005

LA INVASIÓN NAPOLEÓNICA

La invasión napoleónica en la Península Ibérica fue el verdadero catalizador de los sucesos que ocurrieron en América entre 1808 y 1825. La defenestración de Carlos IV y Fernando VII dejó una sensación de vacío de poder que afectó profundamente a las colonias. En ellas se intentaría imitar a las juntas provinciales surgidas en la Península, aunque las motivaciones para hacerlo no fueron siempre las mismas. En España, la primera junta se constituyó en Oviedo el 25 de mayo de 1808 y luego fue seguida por otras, hasta que el 25 de septiembre iniciaron las actividades de la Junta Central, en Aranjuez.

La Monarquía española de Carlos IV había firmado la alianza con Francia en 1796. El Directorio ya se había interesado por las riquezas de las colonias españolas de América y por la lana que se producía en la Península. Napoleón consideraba que España era una pieza esencial para el dominio del Mediterráneo, pero además, como muy bien ha señalado J. R. Aymes, se veía apremiado por la petición de los pañeros franceses que deseaban que los ganaderos españoles le suministrasen toda su producción de lana merina y sus agricultores las variedades de algodón que necesitaban.
La destrucción de la flota española que conjuntamente con la francesa, había sido estrepitosamente derrotada en Trafalgar, hizo perder a Napoleón el deseo de mantener una relación equilibrada con su socio español pues, sin barcos, de nada podía servirle ya para hacer frente al poderío naval inglés. Así es que el emperador fue cambiando sus propósitos con respecto a España para pasar a un plan de intervención primero, después a uno de ocupación y por último a otro de sustitución de la Monarquía de los Borbones por otra encabezada por un miembro de su propia familia.
Napoleón pensó que la debilidad de la Monarquía española, que estaba dando un espectáculo bochornoso con las disputas entre Carlos IV y su hijo, el futuro Fernando VII, por el trono y que acabaron con la sustitución del primero por el segundo a raíz del Motín de Aranjuez, en marzo de 1808, le facilitarían sus planes. Pero Napoleón confundía la debilidad de la Monarquía con la actitud del pueblo español que no estaba dispuesto a aceptar la presencia francesa en su suelo. El emperador mostró un tremendo error de cálculo cuando declaró: "Si aquello fuera a costarme 80.000 hombres, no lo haría, pero creo que no me harán falta más allá de 12.000". No tardaría mucho en comprobar que no iba a poder conseguirlo ni con un ejército de 200.000 soldados.
El promotor de la alianza con la Francia revolucionaria había sido el ministro español Godoy, cuya iniciativa en la firma de la Paz de Basilea y el posterior Tratado de San Ildefonso, le había valido el título de Príncipe de la Paz. Pero Godoy era un ministro intrigante y venal que se vio cada vez más arrastrado por la política expansionista de su todopoderoso aliado. Al darse cuenta de los planes de Napoleón, intentó salvarse proponiéndole al emperador un reparto de Portugal en el que el mismo iba a atribuirse una de las partes.
Esa propuesta fue la base del Tratado de Fontainebleau (octubre de 1807) por el que un ejército franco-español penetraría en Portugal, eliminaría a un molesto aliado de Inglaterra y permitiría el engrandecimiento territorial de España y, de paso, se establecería en el sur un pequeño principado para el propio Godoy.
Napoleón aprovechó la confusión creada por el Motín de Aranjuez y llamó a Bayona a los dos reyes con el pretexto de mediar en la resolución del conflicto que se había producido entre el padre y el hijo. En Bayona, Napoleón actuó con gran habilidad y consiguió que Fernando VII renunciase a la Corona en favor de su padre sin saber que éste había ya cedido sus derechos al propio emperador. De esta forma, Napoleón quedaba dueño de los destinos de España y era libre para establecer un sistema que le permitiese mantener el control sobre aquel país. Con ese objeto obligó á su hermano José, rey de Nápoles, a que aceptara la Corona española, a lo que éste se resistió en un principio.
Las reacciones frente a esta invasión fueron diversas.